Derechos Humanos, Feminismo, Género, Gobierno, LGBTI, ODS, Violencia de género

El orgullo de ser tú mismx en cuarentena

Una de las grandes preocupaciones en el debate público al comienzo de las —fallidas— cuarentenas dinámicas, además de detener el avance del Coronavirus, fue el problema de las mujeres víctimas de violencia que se verían forzadas a estar encerradas con sus agresores. Las horas del día en que las parejas y familias se mantenían separadas durante la vida “normal” suponían un descanso y una oportunidad para buscar ayuda y contención para las víctimas de violencia doméstica. Esta inversión de los espacios seguros, donde el hogar es un espacio hostil, también es conocido para la comunidad LGBTIQ+[1], sobre todo para niñes, adolescentes y jóvenes que dependen de sus familias.

Existen datos que permiten dimensionar el alcance de la violencia contra las mujeres en la familia. El Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género [2] reportó 46 femicidios y 108 casos de femicidio frustrado en el año 2019, y sabemos también que las mujeres en comunas pobres son víctimas de violencia intrafamiliar con más frecuencia[3]. Conocer estas cifras nos ayuda a exigir el despliegue de medidas para combatir el fenómeno en distintos niveles: para prevenir la violencia, paliar sus efectos y buscar salidas de emergencia. Aunque las medidas para proteger a mujeres y niñas en Chile son a todas luces insuficientes, respecto de la comunidad LGBTIQ+ ni siquiera tenemos datos para comprender el alcance o la magnitud de la violencia en su contra, en gran parte gracias a que el Estado chileno no ha puesto gran interés en monitorear el bienestar de esta población y, cuando lo ha hecho, lo ha hecho mal[4].

No obstante, algo de evidencia se ha acumulado en la última década que podemos usar como indicios de lo que podría estar ocurriendo: en Estados Unidos[5], los intentos de suicidio entre jóvenes lesbianas, gays y bisexuales son cinco veces más altos que los de sus pares heterosexuales, y la contemplación del suicidio es tres veces más alta. En el mismo país, cerca del 36% de las personas trans intentaron suicidarse antes de cumplir 25 años. La CIDH reporta que la esperanza de vida de las personas trans en las Américas es de 35 años, siendo el 80% de los asesinatos contra personas trans dirigidos a menores de 35 años[6]. En América Latina y el Caribe, casi la mitad de los estudiantes ha sido víctima de bullying y el 13%, de golpizas en la escuela[7]. En Chile, mientras que la prevalencia de bullying escolar es de un 15% para la población general[8], para la población LGBT es de un 62%[9].

¿Cómo se relaciona esa evidencia con la violencia en la familia? Para les niñes y jóvenes LGBTIQ+, el mundo es más hostil. Si bien hay que reconocer que en las últimas décadas el mundo ha hecho grandes avances en materia de aceptar y reconocer la dignidad y los derechos de la diversidad sexual y de género, el nivel de progreso en esta materia es desigual entre países y dentro de los países. En el caso chileno sabemos gracias a los relatos de personas que se comunican con las organizaciones de la sociedad civil LGBTIQ+ que los niveles de rechazo a la diversidad sexual y de género son más altos en ciudades pequeñas y en zonas rurales, en regiones más que en Santiago. Mientras que en algunos entornos sociales les niñes LGBTIQ+ pueden salir del clóset frente a sus familias y encontrar apoyo y contención, las “terapias” para “curar” la homosexualidad siguen existiendo, y grupos organizados de padres y madres siguen presionando para evitar la inclusión en el entorno educativo y difundiendo mensajes de odio. Aunque no contamos con datos concretos sobre la cantidad y proporción de niñes y jóvenes LGBTIQ+ que viven abuso físico y psicológico en sus familias, sabemos que existe porque recibimos sus relatos con dolorosa frecuencia.

En medio de la pandemia sabemos que existen niñes y jóvenes con poquísimas redes de apoyo y sin la aceptación de sus familias. O con miedo de ser quienes realmente son por temor al rechazo. Si en los tiempos de “normalidad”, salir de la casa pudo ser una vía para acudir a un taller de jóvenes LGBTIQ+, a encontrarse con amigues en un parque o a liberar tensiones, hoy eso no es una opción. Desde el mundo de la incidencia en políticas públicas es difícil llamar la atención sobre este fenómeno pues no existen datos duros con los que convencer a tomadores de decisión sobre la necesidad de campañas para la promoción de la inclusión, para la instalación de un sistema de apoyo a la salud mental de niñes, adolescentes y jóvenes LGBTIQ+, y para la expansión del sistema de albergues, no sólo para acomodar a las mujeres que escapan de sus convivientes abusivos, sino también para quienes deben soportar el mismo tipo de violencia por no pertenecer a las categorías hegemónicas de orientación sexual e identidad y expresión de género.

Han pasado 51 años desde los disturbios de Stonewall, donde maricas y travestis se enfrentaron a la policía demandando trato digno y reconocimiento de sus derechos. En este medio siglo hemos avanzado en el desarrollo teórico, cultural, político y científico en torno a la diversidad sexual y de género, deconstruyendo también las categorías que oprimen a nuestras comunidades. El derecho a existir y a ser reconocides fue parte de esa lucha seminal de la comunidad LGBTIQ+, fue parte de la lucha contra el VIH/SIDA y la desidia de los gobiernos en los años 80 y 90. Ya en 2020 muchos Estados aún no toman responsabilidad real por el monitoreo del bienestar y las necesidades de la comunidad LGBTIQ+. En esta fiesta del orgullo de ser quienes somos, estamos encerrados, no podemos salir a protestar, pero sigue siendo plenamente necesario recordar que existimos, estamos aquí, y seguiremos luchando por nuestra felicidad y nuestra diferencia.

 

Camilo Garcia – Cientista Político

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[1] Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans, Intersex, Queer y otrxs.

[2] Información oficial sobre femicidios a la fecha se agrega en el sitio web del SERNAMEG

[3] Información de prevalencia por comuna en este artículo de CIPER.

[4] Pronto presentaremos un análisis con los problemas de la caracterización socioeconómica de la población LGBT que hizo la encuesta CASEN entre 2015 y 2017.

[5] The Trevor Project compila estudios sobre suicidio de personas LGBTIQ+.

[6] Pueden leer el informe aquí

[7] Datos de MAG Jeunes LGBT y UNESCO.

[8] Datos de la Global School-Based Health Survey de la OMS.

[9] Encuesta de Clima Escolar en Chile 2016, Todo Mejora