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Rol y desafíos para la inclusión de la diversidad sexual en las escuelas

En el mes del orgullo LGBTQ+ me parece pertinente abordar la niñez y adolescencia diversa en el contexto escolar. Para esto tenemos que recordar, que a pesar de estar en el año 2022, la sociedad chilena aún no es tan inclusiva como nos gustaría, aún resulta difícil aceptar la diferencia y poder expresar los sentires y preferencias por fuera de la heteronormatividad. Sabemos que no siempre hay oídos ahí para todos y todas y sabemos lo difícil que es hacer que generaciones más antiguas o grupos más tradicionalistas respeten las propias preferencias y decisiones en torno a la identidad y orientación sexual.

Esto se vuelve un fenómeno mucho más difícil cuando de niñez se trata, ya que aún pareciese ajena la concepción de los niños y niñas como sujetos de derecho, no existiendo aún el reconocimiento generalizado de les niñes como seres humanos completos, con emociones independientes y capaces de tener opinión , ideas y sentires respecto de sus propios cuerpos, esto incluso al interior de sus familias. Cuando esto ocurre, pareciera que la única salida es acoplarse al discurso familiar postergando la propia individualidad.

En este contexto, los espacios sociales por fuera del núcleo familiar pueden resultar espacios más acogedores y “ liberadores” y ¿cuál es el más relevante de estos? Sin duda, la escuela. La escuela como tal puede ser y, en realidad, se espera que sea un espacio nutricio para les niñes y adolescentes, no sólo en términos académicos; sino que también en tanto puede aportar al desarrollo socioemocional. En este sentido, la enseñanza va mucho más allá de entregar contenidos; la escuela permite el desarrollo de la interacción con pares, la identificación con otres y el reconocimiento y expresión emocional, entre otras, así como también, permite interactuar con adultos diferentes a las figuras parentales.

De esta forma, los y las profesoras constituyen figuras que pueden facilitar u obstruir la expresión de los intereses y motivaciones de cada niño, niña y adolescente (NNA) y un sano desarrollo psicosexual a través de brindar un espacio protector sin ser juzgados. Pero ¿qué pasa cuando la escuela no es ni pretende ser ese lugar?

Dentro de mi práctica clínica he tenido varios pacientes niños, niñas y adolescentes sexualmente diversos que se han enfrentado a “una sacada de closet” por parte de sus establecimientos escolares, sin respeto a los ritmos individuales y las necesidades de cada cual. En ocasiones, las escuelas parecieran no saber qué hacer con estas confesiones o exigencias de sus estudiantes.

Asimismo, me he encontrado con padres alarmados exigiendo psicoterapia para sus hijes porque desde la escuela les han señalado que estos/as tienen una orientación sexual o identidad de género “diferente” que amerita ser evaluada y/o tratada, como si fuese algo negativo y necesario de cambiar. Esto tiene repercusiones importantes para les niñes y adolescentes, tales como arrepentimiento de haber hablado en la escuela, sienten que han traicionado su confianza. Pueden aparecer sentimientos de culpa y vergüenza y se ven interrogados o juzgados en casa sin tener las herramientas para enfrentarse a ello, todo lo que genera un menoscabo en su salud mental.

Lo descrito implica aceptar que la institución escolar lamentablemente ha fallado, ya que no ha podido resguardar la seguridad emocional e incluso física del estudiante, olvidando por completo que siempre hay un motivo mayor por el que cierta información no sea develada en el seno familiar. Con respecto a esto, de acuerdo a la Circular N° 0812 (2021) de la Superintendencia de Educación referida al derecho a la identidad de género en niñas, niños y adolescentes, se plantea que si bien la escuela debe resguardar y orientar a las familias de NNA trans, primeramente deben resguardar la seguridad del niñe y respetar su confidencialidad, aunque esto implique no informar a los padres, así mismo debe generar condiciones que promuevan la inclusión dentro de la escuela, ya sea en materia de convivencia y en términos estructurales.

La escuela entonces, debiese validar a sus estudiantes y proteger sus derechos . Esto supone ciertos desafíos para la comunidad educativa, siendo algunos de ellos: La realización de protocolos en temáticas de género e identidad y orientación sexual, la implementación de programas para prevenir y/o abordar las prácticas discriminatorias al interior del aula y la realización de capacitaciones orientadas a actualizar información y desarrollar herramientas para una real integración de la diversidad, dirigida a todos los estamentos de la comunidad educativa, esto es, profesorado, apoderados y alumnado. Solo así la escuela podrá operar como un dispositivo seguro para la niñez y adolescencia y contribuir de esta forma al logro de una sociedad más inclusiva, equitativa y libre de discriminación.

Por: Ps. Francisca Vergara

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