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Salud mental: la importancia de los vínculos en el autocuidado, por Isabela Aquino, Psicóloga Clínica

Actualmente escuchamos con frecuencia la palabra autocuidado tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales, en donde se resalta esta práctica como algo esencial para nuestra salud mental. Sin embargo, cabe preguntarnos qué es realmente el autocuidado.

Desde la Psicología entendemos al autocuidado como un proceso de planificación y ejecución de estrategias que promueven un bienestar integral en una persona (Colman et al., 2016). Así, el autocuidado implica que la persona planifique y ejecute actividades vinculadas a sus hobbies, así como al descanso y al ejercicio. Además, también trae consigo la necesidad de poder equilibrar los tiempos dedicados a cada área de nuestras vidas (por ejemplo: trabajo, familia, pareja, personal).

Para lograr lo mencionado anteriormente es necesaria una autorreflexión sobre las propias necesidades, una actitud de cuidado consigo y un esfuerzo individual para participar de actividades que disminuyan el estrés y aumenten el bienestar (Posluns y Gall, 2020). De esta forma, debemos involucrarnos en un ejercicio de autoconocimiento individual, desde el cual nace la planificación y ejecución de las actividades centradas en nuestro propio cuidado.

Cuando adentramos en la definición de autocuidado que da la Psicología, observamos el énfasis constante en la individualidad de la persona al momento de promover su cuidado. No obstante, podemos decir que nuestros procesos mentales y emocionales son esencialmente relacionales (Bertandro y Gilli, 2008). Esto, dado que es a través de la relación con otras personas y con el medio que construimos nuestra subjetividad (Varela, 2002).

Sin embargo, esta perspectiva relacional se ve opacada en nuestra sociedad neoliberalista, en donde se promueven las relaciones y aspiraciones de la persona consigo misma. Esto debido a que en el neoliberalismo las lógicas y racionalidades empresariales y mercantiles son llevadas a espacios no económicos, como lo es la propia persona y sus relaciones cercanas (Holguín-Lezcano et al., 2020).

Así, dentro de la lógica neoliberal el autocuidado puede volverse una herramienta centrada en la promoción del rendimiento de la persona más que fuente de calidad de vida y de conexión con el medio. En este contexto individualizado, el autocuidado corre el riesgo de transformarse en una estrategia ligada a hegemonías que buscan fomentar la productividad en la persona, en detrimento de sus relaciones personales.

Frente a este escenario, el recobrar la conexión con las demás personas puede ser algo revolucionario (Dávila y Maturana, 2021). Esto debido a que es en la conexión con los/as/es demás en donde tenemos espacio para crecer y desarrollar nuestro mundo emocional genuinamente (Bateson, 1998).

Es así como desde la perspectiva relacional el autocuidado emerge como una alternativa en donde el cuidarse implica también ser cuidado/a/e por otra persona, en una relación recíproca que visa el bienestar emancipatorio de las personas involucradas en ella. De esta forma, se da una transformación en las prácticas del autocuidado.

Estas prácticas constituyentes del proceso de autocuidado empiezan a ser co-construidas entre nosotres. De esta forma el conocimiento sobre sí, la actitud de cuidado y el esfuerzo necesarios para el autocuidado pueden ser generados a través del diálogo y la conexión con nuestros vínculos cercanos. Así, se dará con mayor facilidad que las actividades que planifiquemos fomenten la conexión con nuestro medio y consecuentemente aumenten nuestra calidad de vida.

De esta forma, podemos concluir que se vuelve importante que, al plantearnos prácticas de autocuidado, nos cuestionemos si estas están realmente centradas en nuestro desarrollo como persona o en promovernos una conducta de productividad y rendimiento. Para que así podamos realizar ajustes en nuestras actividades con tal de transformarlas en instancias que contribuyan a nuestra calidad de vida de forma significativa.

Finalmente, cabe destacar que la presente columna no busca abordar todo lo investigado en la actualidad respecto al autocuidado, más bien lo que busca realizar es generar una semilla que propicie la reflexión sobre un concepto de Salud Mental que está tan presente en el discurso social de la actualidad.

Referencias Bibliográficas

Bateson, G. (1998). Pasos hacia una ecología de la mente. Editorial Lohlé-Lumen.

Bertrando, P. & Gilli, G. (2008). Danzas emocionales: diálogos terapéuticos como sistemas encarnados. Journal of Family Therapy, 30, 362-373. http://eqtasis.cl/wp-content/uploads/2018/03/Bertrando-P-Gilli-G-Danzas-emocionales.pdf

Colman, D. E., Echon, R., Lemay, M. S., McDonald, J., Smith, K. R., Spencer, J., & Swift, J. K. (2016). The efficacy of self-care for graduate students in professional psychology: A meta-analysis. Training and Education in Professional Psychology, 10(4), 188-197. http://dx.doi.org/10.1037/tep0000130

Dávila, X. & Maturana, H. (2021). La revolución reflexiva. Paidós.

Holguín-Lezcano, A., Arroyave-González, L., Ramírez-Torres, V., Echeverry-Largo, W. A., y Rodríguez-Bustamante, A. (2020). El autocuidado como un componente de la salud mental del psicólogo desde una perspectiva biopsicosocial. Poiésis, (39), pp. 149-167. DOI: https://doi.org/10.21501/16920945.376

Posluns, K., & Gall, T. L. (2020). Dear mental health practitioners, take care of yourselves: A literature review on self-care. International Journal for the Advancement of Counselling, 42(1), 1-20. https://doi.org/10.1007/s10447-019-09382-w

Varela, F. J. (2002). El fenómeno de la vida. Dolmen Ediciones.