Por Nicole Saá Vergara
Licenciada en Psicología
La infancia y adolescencia son etapas complejas en las cuáles se atraviesa por importantes crisis vitales. Pasar por estas fases se dificulta aún más cuando se está en un proceso de transición de género, ya que se añaden otras problemáticas a las cuáles se deben enfrentar las niñas, niños y adolescentes (NNA) para poder construir su identidad. Este proceso, que consiste en una experiencia compleja y singular, requiere de la exploración, ante lo cual es fundamental la implicación de los tutores para apoyar, contener y orientar con el fin de propiciar en los NNA un desarrollo integral y una buena salud mental.
Para todas las personas es fundamental contar con una o más personas adultas que puedan realizar el rol de madre y/o padre desde el nacimiento. La función que cumplen les adultes responsables del cuidado de un niñe, es la de auxiliar, brindando cuidados físicos y afectivos de acuerdo con cada una de las etapas del desarrollo.
Desde una perspectiva psicológica, este cuidado provee a las niñas, niños y adolescentes (NNA) de un soporte que posibilita la constitución de su psiquismo, ya que le brinda una base para que pueda establecer las ideas acerca de quién es, cómo puede interpretar su entorno y los sucesos que se dan a su alrededor. La identidad, definida como una” concepción coherente del Yo, se consolida continuamente a lo largo del todo el desarrollo humano construyéndose y desarrollándose en la relación social y con el ambiente” (Erikson, 1959; Mayor, 2019). Por lo tanto, la identidad es afectada por la relación del niñe con sus adultes responsables a lo largo de todo su proceso de crecimiento, pudiendo generar diferentes resultados según la calidad de esta relación. Este es un proceso muy relevante en el desarrollo de un individuo, ya que a partir del aparato psíquico y la identidad se posibilita que les NNA puedan desenvolverse de forma sana y positiva en el mundo.
De esta manera, si la identidad -la cual incluye orientación sexual, identidad de género y expresión de género- logra consolidarse e integrarse adecuadamente, posibilita a las personas ser autónomas y tener la consciencia de ser actor en su propia vida, poseer la capacidad de realizar sus deseos, llevar a cabo sus compromisos, establecer vínculos afectivos y por último, pero no por eso menos importante, tener la facultad de proyectarse al futuro (Erikson, 1959; Mayor, 2019; Kernberg, 1979, como se citó en Mayor, 2019).
Sin embargo, muchas veces la consolidación e integración de la identidad, incluyendo la identidad sexual, se ve muy perjudicada cuando la familia no está presente para apoyar, contener y orientar al niñe o adolescente, sobre todo cuando es trans y más aún si pertenece a algún otro grupo social considerado minoritario. Esto sucede porque la mirada adulta impacta en la autopercepción de les niñes y adolescentes transmitiendo, ya sea aceptación y/o desaprobación ante la inadecuación a los estereotipos de género heteronormativos (Platero, 2014). Esto les lleva a problematizar su propia identidad haciendo que se autoperciban negativamente, sin excluir que socialmente se encuentran continuamente vulnerables a experiencias de discriminación, lo cual perjudica el proceso de consolidación e integración identitaria.
Los problemas de la integración de la identidad pueden generar muchas consecuencias en la salud mental de niños, niñas y adolescentes. Diversos autores plantean que les NNA trans se encuentran en mayor riesgo de padecer ansiedad, depresión, baja autoestima, hipervigilancia, conductas autolesivas, ideación e intentos suicidas. No obstante, cabe aclarar que esta sintomatología no es producto de ser trans, sino mas bien lo es a causa de la discriminación, el rechazo y la pérdida de relaciones significativas por motivo de su identidad de género (Platero, 2014; Martínez et al., 2018)
Todas éstas son situaciones de violencia que suceden tanto en el contexto educativo como en el social y familiar. Sin embargo, es el rechazo familiar el que genera mayor preocupación, ya que la falta de expresión de afectividad, de aceptación en las relaciones familiares junto con la ausencia del monitoreo mapaterno, producen la mayor cantidad de ideación suicida adolescente en la comunidad LGBT (Aparicio, 2017).
Por este motivo, a la familia se le puede considerar como un estresor importante dentro de la experiencia de vida trans y según Barrientos et al. (2019), se le identifica como el primer foco de cuestionamientos y rechazos de la identidad de género junto con el entorno escolar. Peor aún, el rechazo familiar aumenta hasta en trece veces el riesgo suicida en las personas trans (Martínez et al., 2018). Una de las formas que toma el rechazo, tanto a nivel social como familiar, tiene que ver principalmente con el cuestionamiento y no el reconocimiento de la identidad de género de las personas trans. Esto perjudica la autoafirmación del sí mismo en el medio social, lo cual según Mayor (2019) daña el sentido de pertenencia a un grupo. Esto tiene como resultado que se sientan aislados y solos. El no ser reconocidos provoca que, ante la exigencia heteronormativa y al binarismo de género, los NNA trans se vean forzados a permanecer hipervigilantes de la discriminación ocultando su verdadera identidad, sintiendo estrés y un gran desgaste emocional (Barrientos et al. , 2019; Tomicic et al., 2020).
Debido a las numerosas y graves consecuencias que produce el rechazo y abandono, es posible plantear que sin duda la familia es un pilar fundamental para una buena salud mental. Para ello, es necesario tomar conciencia que el estar presente no es suficiente, sino que las personas responsables se deben implicar en el proceso a través de la participación, el verdadero interés y comprometiéndose a acompañarlos respetando sus propios ritmos. Por lo demás, será aún mucho más beneficioso si se reconoce, respeta y legitima su diversidad (Martínez et al., 2018), tanto sexual como de género, lo que requiere de un acompañamiento respetuoso e informado.
Referencias
Aparicio, D. (2017). Suicidio en población LGBTI, un enfoque forense en el contexto de los derechos humanos en Chile. En G. Guajardo (Ed), Suicidios contemporáneos: vínculos, desigualdades y transformaciones socioculturales. Ensayos sobre violencia, cultura y sentido.
Barrientos, J., Espinoza-Tapia, R., Meza, P., Saiz, L., Cárdenas, M., Guzmán-Gonzalez, M., Gómez, F., Bahamondes, J., Lovera, L. (2019). Efectos del prejuicio sexual en la salud mental de personas transgéneros chilenas desde el modelo de estrés de las minorías: una aproximación cualitativa. Terapia Psicológica, 37 (3), 181-197. https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-48082019000300181&lng=en&nrm=iso&tlng=en
Erikson, E. (1959). The Theory of infantile sexuality. En Childhood and Society.
Mayor, J. (2019). Identidad en el desarrollo normal y perturbado. En Almonte, C. y Montt, M.E., Psicopatología Infantil y de la adolescencia. Mediterráneo.
Martínez, C. Tomicic, A., Gálvez, C., Rodríguez, J. Rosenbaum, C., Aguayo, F. (2018). Psicoterapia Culturalmente Competente para el Trabajo con Pacientes LGBT+. Una Guía para Psicoterapeutas y Profesionales de la Salud Mental. Centro de Estudios en Psicología Clínica & Psicoterapia, Universidad Diego Portales (CEPPS-UDP). Santiago, Chile.
Platero, R. (2014). Trans*exualidades acompañamiento, factores de salud y recursos educativos. Bellaterra.
Tomicic, A., Martínez, C., Rosenbaum, C., Aguayo, F., Leyton, F., Rodríguez, J., Galvez, C. & Lagazzi, I. (2020). Adolescence and Suicide: Subjective Construction of the Suicidal Process in Young Gay and Lesbian Chileans. Journal of Homosexuality. https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/00918369.2020.1804253?cookieSet=1