Redes de Apoyo en la Salud Mental: Soportes más allá de la Psicoterapia
Por: Eloá Castro Capovilla.
Magíster Mención Teoría y Clínica Psicoanalítica,
Universidad Diego Portales.
Equipo de Psicología ONG Ceres.
La salud mental es un componente esencial del bienestar integral de las personas y se ve influenciada por múltiples factores. Entre ellos están las redes de apoyo, que se destacan por su papel crucial en la promoción y el mantenimiento de la salud mental. Estas redes, que abarcan tanto a individuos como a instituciones, brindan apoyo emocional, práctico y psicológico, complementando de manera significativa los beneficios obtenidos a través de la psicoterapia (Berkman & Glass, 2000).
Las redes de apoyo se dividen, principalmente, en dos categorías: informales y formales. Las redes informales incluyen a familiares y amigxs quienes suelen ser las primeras fuentes de apoyo a las que las personas recurren en momentos de crisis. La existencia de un entorno familiar que ofrezca apoyo puede generar sentimientos de seguridad y pertenencia, factores esenciales para el bienestar psicológico (Taylor, 2011). Además, lxs amigxs y compañerxs de trabajo también ofrecen apoyo emocional y suelen compartir experiencias que pueden ayudar a la persona a afrontar sus desafíos.
Otra forma importante de apoyo dentro de las redes informales son los grupos de apoyo, tanto en formatos presenciales como virtuales. Estos grupos, compuestos generalmente por personas que comparten experiencias similares, ofrecen un espacio seguro donde es posible compartir estrategias de afrontamiento y vivencias personales. De acuerdo con Seikkula & Arnkil (2006), la participación en redes sociales que ofrecen apoyo emocional puede tener un impacto positivo en la recuperación de condiciones de salud mental.
Por otro lado, las redes de apoyo formales incluyen a profesionales de la salud, como psiquiatras, médicxs de atención primaria y enfermerxs. Estos profesionales desempeñan un papel complementario al de lxs psicólogxs, proporcionando intervenciones médicas y apoyo adicional que pueden ser vitales en el tratamiento de trastornos mentales graves (Mead & MacNeil, 2006).
Además, los servicios sociales y comunitarios, así como las organizaciones no gubernamentales (ONG’s), desempeñan un papel vital a la hora de proporcionar recursos y apoyo continuo a las personas que enfrentan desafíos en su salud mental (Pescosolido, 2011).
Los beneficios de estas redes de apoyo son múltiples y diversos. En primer lugar, actúan como una extensión del tratamiento psicoterapéutico, proporcionando un soporte continuo entre sesiones y contribuyendo a mantener el progreso terapéutico. Además, estas redes ayudan a reducir el estigma asociado con los trastornos mentales, promoviendo un ambiente más inclusivo y abierto para la discusión de temas relacionados con la salud mental. Este entorno, a su vez, disminuye el aislamiento social y fomenta un sentido de comunidad, lo que es vital para el proceso de recuperación (Corrigan & Watson, 2002).
No obstante, es necesario reconocer las limitaciones y desafíos que pueden surgir dentro de las redes de apoyo. Las redes informales, como amigxs y familiares, aunque esenciales, pueden carecer de la preparación o el conocimiento necesario para enfrentar situaciones de crisis o proporcionar un apoyo adecuado en todas las circunstancias. Además, la carga emocional que pueden experimentar los miembros de estas redes podría derivar en tensiones o en una disminución de la efectividad del apoyo brindado (Thoits, 2011). Por lo tanto, es fundamental que estas redes se complementen con profesionales capacitados y recursos formales que puedan ofrecer apoyo especializado.
En conclusión, las redes de apoyo juegan un papel esencial en el mantenimiento y la mejora de la salud mental. Al complementar la psicoterapia, proporcionan un apoyo adicional que puede ser decisivo para la recuperación y el bienestar a largo plazo. La integración efectiva de estas redes con el tratamiento psicoterapéutico puede mejorar significativamente los resultados para aquellas personas que enfrentan desafíos en su salud mental, promoviendo una vida más equilibrada y satisfactoria.
Referencias Bibliográficas
Berkman, L. F., & Glass, T. (2000). Social integration, social networks, social support, and health. In L. F. Berkman & I. Kawachi (Eds.), Social epidemiology (pp. 137-173). Oxford University Press.
Corrigan, P. W., & Watson, A. C. (2002). Understanding the impact of stigma on people with mental illness. World Psychiatry, 1(1), 16-20.
Davison, K. P., Pennebaker, J. W., & Dickerson, S. S. (2000). Who talks? The social psychology of illness support groups. American Psychologist, 55(2), 205-217.
Mead, S., & MacNeil, C. (2006). Peer support: What makes it unique? International Journal of Psychosocial Rehabilitation, 10(2), 29-37.
Pescosolido, B. A. (2011). The role of social networks in the lives of persons with serious mental illness. Oxford University Press.
Seikkula, J., & Arnkil, T. E. (2006). Dialogical meetings in social networks. Karnac Books.
Taylor, S. E. (2011). Social support: A review. In M. S. Friedman (Ed.), The handbook of health psychology (pp. 189-214). Oxford University Press.
Thoits, P. A. (2011). Mechanisms linking social ties and support to physical and mental health. Journal of Health and Social Behavior, 52(2), 145-161.