Desde mayo de 2013 se encuentra en el Congreso la ley de identidad de género, y justo ahora que la película “Una mujer fantástica” (protagonizada por la actriz trans Daniela Vega) se ganó un merecido Oscar, muchas y muchos nos preguntamos cuándo esta ley verá por fin la luz. Si bien hoy la Presidenta aceleró el proceso enviando de manera inmediata a la cámara mixta el proyecto de Ley de Identidad de Género, es importante destacar que las niñas, niños y adolescentes también son sujetos de derecho y de autonomía para tomar decisiones respecto a la construcción de su género, por lo que el nombre social se vuelve fundamental para expresar su identidad no tan sólo en un establecimiento educacional, sino en todos los ámbitos de la vida en donde la violencia se normaliza disfrazándose de legalidad.
Sabemos que la ley es fundamental, pero también sabemos que, en un país en el que no existe una política transversal de Educación Sexual Integral, tenemos un importante reto por delante como educadores y educadoras. Conocidos son los hechos de discriminación que han vivido y vienen niñas, niños y jóvenes trans dentro de las escuelas, volviéndose su estadía -en la mayoría de los casos- un verdadero infierno, cuando debieran gozar de una de las mejores etapas de su vida.
La llamada “Cartilla Trans”, que dentro de otras cosas vela por el aseguramiento de la educación de las y los estudiantes LGBTI en un ambiente de respeto e igualdad, no ha sido suficiente. Las y los que somos docentes de aula sabemos no solo que esta circular no ha sido efectiva, sino que además no ha habido una debida regulación por parte del Mineduc para que esto ocurra. Mismo caso del “Plan de Sexualidad, Género y Afectividad”, que no cuenta con la bajada del enfoque de género al currículum y a los programas de estudios.
Lo que presenciamos con el Oscar de la película de Sebastián Leilo es una escena de sincera alegría que asoma como un paréntesis dentro de tanta injusticia que se ha cometido con la comunidad trans desde siempre. Esta se extiende desde la nula participación laboral de docentes trans en las aulas de nuestro país hasta los cientos de dificultades que deben sortear las familias de estudiantes trans para encontrar un espacio educativo para sus hijas e hijos. Como profesores debemos hacernos responsables de esta gran deuda que tenemos con una parte importante de la población, luchando desde el aula hasta los movimientos sociales por una nueva educación sexual integral para Chile que les permita a estos niñas, niños y jóvenes fantásticos, graduarse con su nombre social, ser queridos, aceptados y felices en la escuela.
Romina Ramírez – Profesora de Historia y activista Trans.
Rosario Olivares – Profesora de Filosofía y Feminista