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Ideología y contra-ideología en la educación sexual en Chile

Por Ps. Idream Menares

Recientemente nos enteramos con mucho pesar del fallecimiento de Renato, joven trans muerto producto de la discriminación vivida en el establecimiento educativo en el que estudiaba, el cual le violentó de manera sistemática incluso después de su muerte. Triste hecho que nos recuerda que aún hoy en día existen pendientes en lo que respecta a los discursos trans odiantes en escuelas y la necesidad de una educación sexual no solo a nivel de lo que se enseña a niñes y adolescentes, sino también a nivel de la educación de las personas que sostienen esas instituciones.

A la hora de intentar impulsar cambios desde el enfoque de género a nivel social, cultural o legislativo para prevenir que este tipo de situaciones sigan ocurriendo, es habitual escuchar como argumento en contra que estos cambios son intentos de ideologizar las políticas en torno a educación y sexualidad, lo que supuestamente va en contra de los derechos y necesidades de la población general. Es percibido casi como un intento de lavado de cerebro que va en desmedro, sobre todo, de las infancias y de la institución de la familia.

Un ejemplo de esto se vio en el intento de impulsar una ley de educación sexual integral, algo que escandalizó a los sectores más conservadores porque aparentemente fomenta la promiscuidad y una vivencia inadecuada de lo que se espera de la sexualidad en niñes. Pía Orellana del diario nacional de derecha El Líbero, en una columna publicada el año 2020, llama a la educación sexual integral “adoctrinamiento en Ideología de Género”, señalando que son «políticas que buscan obtener una hipersexualización temprana de los niños» (Orellana, 2020). Señala una supuesta invalidación del rol de la familia en la crianza y se alude a que la educación sexual en los colegios estaría incitando a les niñes a conductas sexualizadas, poniéndoles en riesgo.

En relación a esto, me resulta relevante el cómo las miradas conservadoras se plantean como la contracara de la ideología, concepto del que buscan desmarcarse, planteándose a sí mismas como una suerte de visión a-ideológica. El pensamiento conservador bajo esta mirada no tiene ideología ni finalidad política, se constituye como el orden natural de las cosas, libre de las impurezas con las que el pensamiento progresista quiere mancillar los valores de la familia y de la educación. Cuestionar ese orden es ideológico, pero el orden mismo no lo es. ¿Pero es realmente así?

Al profundizar en el concepto de ideología, Antonio Gramsci lo define como el sistema de valores culturales que subyace a la hegemonía política. Esta se constituye como una unidad que establece una forma de concebir el mundo y de la que se hace uso para sostener el dominio de un grupo social por sobre el resto del colectivo, configurando los distintos aspectos de la vida civil y cultural (Gramsci, 1971). Desde esta mirada no es posible sostener un orden hegemónico carente de ideología.

Este orden se sostiene a través del convencimiento más que de la coerción violenta directa (aunque puede llegar a hacer uso de ella), produciendo de manera activa instancias para generar o renovar la legitimidad de esa producción valórica (Gramsci, 1981). Requiere por lo tanto de la producción dinámica y continua de un consenso artificial, manipulado.

En este sentido, Jarpa (2015), siguiendo el pensamiento de Gramsci, señala la relación dialéctica que existe entre hegemonía y educación. La ideología no es algo que se inculca directamente, sino que se enseña como una forma de sentido común, donde la educación constituye un dispositivo que fomenta cierto proyecto de individuo, a la vez que rechaza otros. Por esto, la educación puede servir para mantener una determinada estructura social, pero también para transformarla cuando les educadores generan las condiciones necesarias para el desarrollo de una conciencia social, ética y política. Es un dispositivo esencial a la hora de sostener o cambiar el orden hegemónico.

Al tomar esto en consideración, es posible observar el componente ideológico presente en los discursos conservadores. Buscan preservar una forma de organización hegemónica en torno a la constitución del sujeto y del género, partiendo de una postura supuestamente neutral y tildando despectivamente de ideológico cualquier intento de oposición, enmascarando sus propias bases ideológicas y presentándose como sentido común. Desde aquí el control de la educación es esencial para sostener esta forma de ordenamiento a través de la instrucción cultural y moral (y no solo respecto al género, cabría agregar), lo que hace comprensible su férreo rechazo a la educación sexual integral en las escuelas.

Cuando tenemos esto en mente, se hace evidente que el deseo de proteger a las infancias y a las familias pasa a segundo lugar cuando esas infancias y esas familias no son las hegemónicas. Aquello que escapa del marco de lo que les conservadores entienden como legítimo escapa también de su protección, porque no es viable proteger algo que pone en evidencia y en cuestionamiento los aspectos ideológicos que subyacen a su posición hegemónica, ya que ello pondría en cuestionamiento la hegemonía misma. Lo único que se intenta proteger es una forma de ordenamiento social.

Con esto en consideración, sostengo que sí existe una ideología de género; esta no refiere a los discursos que abogan por una educación sexual integral y por la no discriminación, sino que a los aspectos ideológicos que están a la base de los discursos que encarnan las posturas conservadoras y trans odiantes, que buscan sostener una forma de orden social y su consiguiente configuración del sujeto. Ideología de género que es hegemónica, que conlleva una serie de políticas de género que buscan sostener la supuesta naturalidad de las identidades cisheterosexuales y que excluyen otras vivencias de la sexualidad.

En este sentido, las propuestas de una educación sexual integral que son tildadas de ideología de género se constituyen realmente como una contra-ideología de género, al buscar una apertura a la noción de sujeto admitida por las sociedades heteropatriarcales hegemónicas. Es un posicionamiento crítico y contra-hegemónico que da cabida a la alteridad y a las diversas formas de expresión del género y la sexualidad, que existen y se hacen manifiestas en las escuelas por muchos intentos que hayan de tildarlas de desviaciones, enfermedades o manipulación ideológica. No es sexualizar a les niñes ni forzar en elles una expresión de género no binaria. Es dar cabida a aquelles que existen fuera de los márgenes de lo permitido por la ideología de género dominante, cuestionar aquello que se disfraza de naturaleza y sentido común para que situaciones como la de Renato no se vuelvan a repetir.

No pretendo señalar con esto que no tenemos fundamentos ideológicos propios. Al fin y al cabo es una propuesta contra-ideológica, no anti-ideológica ni a-ideológica. Y es importante que podamos sostener también una mirada crítica respecto a nuestra posición ético-política. Más bien es dar cuenta de la necesidad de denunciar una forma de pensamiento que quiere esconder su condición ideológica, que se presenta a sí misma como sentido común, negando la posibilidad de pensar otras formas de habitar nuestros cuerpos y nuestros espacios. Una ideología de género que en el acto de negarse a sí misma como tal, niega a aquelles que están por fuera de ella y les tilda de vivencias no válidas, llevándoles incluso hasta la muerte.

Es una invitación a abrir los márgenes de aquello que las ideologías de género hegemónicas nos han instaurado como lo admisible, a hacer uso de la educación como un dispositivo que abre posibilidades para todes, de cara a resguardar los derechos de niñes y adolescentes que sufren por estar fuera de los márgenes. Es un acto de reconocimiento y de resistencia que otorga valor a esas vidas, que les permite ser vividas.

 

Referencias:

 

Gramsci, A. (1971). El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Ediciones Nueva Visión.

Gramsci, A. (1981). Cuadernos desde la cárcel. Universidad Autónoma de Puebla.

Jarpa, C. (2015). Función política de la educación en el pensamiento de Antonio Gramsci. Cinta moebio, 53, 124‐134. https://www.scielo.cl/pdf/cmoebio/n53/ar02.pdf

Orellana, P. (20 de enero de 2020). Camilo Cammas: El peligro de la Educación Sexual Integral. El Líbero. https://ellibero.cl/opinion/camilo-cammas-el-peligro-de-la-educacion-sexual-integral/