Por Ps. Eloa Castro
El suicidio constituye un problema de salud pública a nivel mundial, actualmente se están realizando muchos esfuerzos para desarrollar estrategias de prevención, especialmente en la población joven, donde las tasas de suicidio han aumentado considerablemente en todo el mundo. Estudios recientes muestran que el suicidio es la segunda causa de muerte en personas entre 15 y 29 años, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), eso puede ser explicado porque los adolescentes son especialmente vulnerables a presentar problemas de salud mental por el periodo de la vida que están pasando, ya que en la adolescencia se vive la transición entre la infancia y la vida adulta.
También al hablar sobre el riesgo suicida en adolescentes, las cifras son aún más preocupantes cuando se habla de miembros de la comunidad LGBTIQ+, donde el riesgo suicida es siete veces más alto que entre adolescentes heterosexuales cisgéneros.
Entre los factores de riesgo relacionados al suicidio, la depresión ocupa un lugar destacado. Estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), muestran una prevalencia de 38% (4 de cada 10 personas) de trastornos mentales como factor desencadenante del suicidio. En seguida están los intentos de suicidio previos y la impulsividad, relacionada a la dificultad para manejar emociones, y las fluctuaciones anímicas, así como la dificultad para lidiar con los problemas diarios.
El contexto familiar, así como el abuso de sustancias, conflictos con los padres, violencia, comportamiento suicida en familiares y falta de comunicación, también tienen gran influencia y terminan siendo factores de riesgo.
Al hablar sobre los adolescentes de la comunidad LGBTIQ+, se suman a los factores de riesgo citados anteriormente, la disparidad en la salud mental, desencadenadas por la discriminación, violencia e incluso por la dificultad de acceso a la salud mental. También está el bajo apoyo por parte de la familia, escuela y sociedad, lo que incluye la invalidación de su orientación e identidad de género. También se agrega el impacto del estigma social hacia la diversidad y la alta prevalencia de síntomas de ansiedad y depresión.
Uno de los elementos centrales de las estrategias de prevención del suicidio en adolescentes, es justamente la identificación de los factores de riesgo y su análisis no solo desde una perspectiva psiquiátrica y psicológica, sino que también sociocultural, lo que necesariamente debe ser considerado en el desarrollo de políticas públicas de salud mental.
También restringir el acceso a información detallada en internet sobre los medios y métodos para suicidarse, puede ser importante en las estrategias de prevención, así como también, que la población general cuente con la debida información y sensibilización frente a la importancia de acompañar los procesos de desarrollo identitario y el malestar psicológico en los adolescentes.
Referencias Bibliográficas.
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