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El desnivel laboral

El 1 de mayo, se conmemora el día “Internacional de las trabajadoras y trabajadores”, fecha que devino tras la movilización y huelga  efectuada por obreros sindicalistas en 1886 en la ciudad de Chicago, Estados Unidos; los cuales se vieron en la necesidad de protestar frente a las altas jornadas laborales de la época. Desde este momento la lucha por obtener mejores condiciones laborales ha sido progresiva y necesaria, pero no suficiente, aún existen trabajos que son relegados por la labor que desempeñan

Hoy la crisis sanitaria producto de la pandemia por COVID-19, ha contribuido a un aumento en la tasa de desempleo, como también, a la precarización del mismo a una escala global. En nuestro país, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informó sobre un aumento en la tasa de desempleo del 10,4% durante el primer trimestre de 2021. Lo que repercute, en mayor magnitud, en los grupos donde ya existen barreras relevantes de acceso al mercado laboral, tales como mujeres, disidencias sexo-genéricas y personas migrantes. La estructura laboral no permite ser permeada  por todas la población activa y reproduce la marginalidad en el mundo laboral. 

A 135 años, desde el malestar sindical que dio origen a una de las primeras movilizaciones de los trabajadores, aún es necesario dar visibilidad a trabajos que no son reconocidos por nuestra sociedad. El trabajo doméstico, por ejemplo,  se posiciona en nuestra cultura como una subcategoría, con una jornada laboral completa -incluso extendida- pero sin regulación, remuneración o ninguna forma de reconocimiento formal. Del mismo modo, el quehacer del hogar, que emerge como fruto de la división del trabajo en categorías sexo-genéricas durante la revolución industrial,  ha sido desde sus inicios un trabajo feminizado. 

 

Trabajo y pandemia 

La presidenta del Sindicato de Trabajadoras de Casas Particulares asegura que hay más de 12 mil trabajadoras a las que se les han congelado sus contratos de trabajo, sin tener respuesta del Estado para brindar una protección de calidad frente a la situación actual en la que vivimos producto de la pandemia. 

Sumado a esto hay que considerar que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el 2014 aseguró que en Chile el trabajo doméstico era uno de los tres sectores en el país donde se concentra el trabajo femenino, puesto que más de 324.000 mujeres ejercen esta labor. Esto no solo se reproduce sistemáticamente en nuestro país sino en toda Latinoamérica. Dos años más tarde, en 2016 la OIT hizo pública nuevas cifras donde deja en evidencia que hay 18 millones de trabajadores domésticos en América Latina. El 90% son mujeres. 

El trabajo doméstico no solo es atribuido a las mujeres, sino también se permitió establecer dentro de nuestro imaginario que es algo natural en la psique y personalidad femenina. Esto respalda la extensa cifra de mujeres que se dedican al trabajo doméstico bajo dictamen social.

Desde el Centro de Estudios de la Realidad Social, enfatizamos en la necesidad de reflexionar desde una mirada crítica, en torno a avanzar hacia una sociedad que piense no solo en el progreso material sino también en el bienestar de las trabajadoras y trabajadores que ejercen tareas silenciadas con una precaria retribución económica (si es que hay retribución).

 Existe la necesidad de apuntar hacia una sociedad que piense en el bienestar, considerando un trabajo que busque una producción que sea necesaria y, desde un punto critico, no acumulativa de grandes riquezas, que incluya la perspectiva de género, otorgando valor y protagonismo a un sistema de cuidados que ha recaído principalmente en mujeres y disidencias. Esta redistribución va en miras de la aplicación del principio de equidad, que evite la precarización y sea digno. Se debe enfatizar que en contexto de crisis sanitaria, urge tomar los resguardos necesarios para que este trabajo sea seguro y cuide la salud integral de las personas, las  comunidades y el medio ambiente.

En nuestro deber como ciudadanas y ciudadanos dar visibilidad y exigir erradicar el desnivel laboral actual.

 

Ignacio Núñez – Estudiante de Periodismo

 

Bibliografía
Scott (1991).«La mujer trabajadora en el siglo XIX» en Historia en Occidente, en Georges Duby y Michelle Perrot, tomo IV, Taurus Ediciones, Madrid, pp. 405-436.

Federici (2013).«Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas». Editorial Traficante de Sueños. p.37.

Esta columna es parte del esfuerzo de CERES a contribuir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Si te interesa saber más sobre los ODS, conocer lo que estamos haciendo para contribuir a la Reducción de las Desigualdades; y/o colaborar con nuestro trabajo, puedes contactar con nosotros aquí.

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