Con mucho agrado y después de tomarnos no poco tiempo de investigación y reorientación nutricia en el decurso de uno de los equipos de trabajo de CERES, presentamos hoy el extenso argumentado de un cambio de dos elementos sustanciales en lo que fuera el área de Genero y Derechos Humanos de nuestra ONG. En efecto, la modificación del nombre y actualización de su perspectiva tienen por finalidad el expresar de manera efectiva la inclusividad del locus del activismo trans y del no binarismo, con miras a integrar un aparato crítico que permita desactivar los estereotipos de género amparados en el sexismo-cis (o cisexismo) de la ficción política herteronormativa, al tiempo de permitirnos pensar las demandas estructurales del movimiento feminista contemporáneo, sin perder el pilar de las voluntades y disposiciones precedentes a esta modificación.
Dicho lo anterior, el ahora área de Género y Subjetividades Trans inaugura su pulso en la intervención de las discursividades sociales y la producción de análisis, pedagogías y dispositivos de experiencia de los agenciamientos colectivos de cuerpos gestantes y transgéneros, quedando abierto al estímulo de aquellas y aquelles que quisieran participar de la voluntad de él, o ser afectados por las infinitas lecturas de su vida.
Lo siguiente son fragmentos de lo que quedará adjunto más abajo. No deja de ser importante destacar que la modificación referente al sitio web oficial tomará unos días, sin perjuicio de la entrada en vigor del nombre del área y la matriz de su perspectiva.
Desde una perspectiva de reconocimiento y protección de los derechos humanos fundamentales, somos conscientes de cómo es que el lenguaje de la naturalización y los dispositivos de codificación del régimen de sentido de la masculinidad, con sus relaciones de poder al servicio de la matriz heterosexual de pensamiento, han depuesto a la mujer hacia el lugar de un otro peyoritivizado, delimitando así el modo de su existencia según el gobierno de una dominación que se disemina y sedimenta en la estratificación simbólica de lo social, económica de lo cultural, política de lo educacional y semiótico-hermenéutica de lo pulsional. Algo similar, creemos, es lo que sucedería con la imposición normativa del binarismo de la diferencia sexual y de los privilegios incuestionados de la imagen del mundo cisgénero.
Bajo ese rostro, la praxis a que da lugar la voluntad del vínculo entre género “y” subjetividades trans, es sin duda la de un horizonte escindido.
En esa línea, no se trata tanto de leer la diferencia del ser-mujer como sujeto de un feminismo encadenado a la égida del complemento especular del hombre que la haría así auténtica y deudora de una vocación por la restauración de las lógicas de la igualdad (progreso indiferenciado del proyecto civilizatorio de la humanidad), como de pensar una metamorfosis esencial de su individuación encarnada (Braidotti, R.). Esto es, pasar de la reapropiación de una historia amordazada a una transvaloración prudente, táctica y emancipada, del signo mujer. De ahí la imperiosidad de la crítica y la intervención de la impronta de la vena posthumanista que, en la herencia de ese nudo que une la herencia del pensamiento feminista y a las políticas de los saberes situados (Haraway, D.), han hecho de la noción de género una noción en crisis; siendo las sexualidades minoritarias y los géneros disidentes los que han contribuido a interrogar la discursividad material del deseo más allá y más acá de todo heterosexismo, misógina y lesbotransfobia.
Por otro lado, contribuyendo a una labor que nos permita escenificar posiciones, asociatividades y divergencias, nuestro registro de enunciación es uno que se alimenta de la matriz textual de la deconstrucción de los géneros, arrojando así la mirada hacia el porvenir de la pragmática de los estudios trans, de la mano del activismo de los saberes situados, lo queer y el posfeminismo, la psicología y las ciencias sociales, en su amplio alcance.
En este sentido y sin perder de vista la necesidad de una intervención en el reparto de las sensibilidades que las políticas públicas y la razón distributiva producen y sostienen (Richard, N.), nuestro deseo es el de fomentar la elaboración de aparatos críticos de la mano de la asociatividad con representantes de la sociedad civil organizada, organismos universitarios y con las prácticas de gobierno así también concedidas bajo el léxico de las relaciones de poder al interior del enmarañado de la gubernamentalidad.
Para visualizar el estudio o extenso argumentado, el siguiente enlace:
Débora Fernández – Coordinadore del área Género y Subjetividades Trans y secretaria actual del Directorio de CERES.